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La Neuroarquitectura en los espacios educativos

La educación constituye y enriquece la base de nuestra sociedad desde muchos años atrás.

Los centros educativos son quienes hacen esto posible, ahí surge la transmisión y el proceso de aprendizaje que nos servirá para nuestra vida adulta.

También hablamos de los recintos donde nuestros niños pasan la mayor parte de su tiempo y se desarrollan sus diferentes habilidades.

Al ser un lugar con una influencia directa tan fuerte sobre los niños, se debe poner especial atención en que sea un ambiente que enriquezca y potencie el crecimiento de los niños.

En los últimos años, a lo mejor has escuchado hablar de la neuroarquitectura y en caso de no ser así te explicamos un poco sobre ella.

La neuroarquitectura se puede definir como el entorno construido diseñado en base a los principios de la neurociencia.

Estos principios establecen espacios que fomentan la memoria, mejoran las capacidades cognoscitivas, evitan la tensión, el estrés y estimulan nuestro cerebro.

Todo aquello que nos rodea, nos influye y estimula porque es información que llega al organismo.

Esa información hace que el cerebro ponga en marcha mecanismos de producción de hormonas que producen diferentes sensaciones y emociones.

Si asociamos esto con que el 90% del tiempo que estamos despiertos estamos dentro de espacios interiores, oficinas, escuelas, etc.

Entonces lo mejor seria enriquecer estos espacios para generar emociones positivas para nosotros.

«Una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma.»

Gabriel García Márquez, 1994

Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla acerca de los edificios enfermos.

Alertan de que aproximadamente el 30% de los inmuebles actuales no ayudan a que nuestro organismo se mantenga en equilibrio.

La arquitectura, neurociencia y educación:

La relación entre la calidad de vida y el bienestar ambiental queda reflejada también en el campo de la psicología ambiental.

Esta ciencia evalúa la importancia de los estímulos del medio ambiente y la percepción de éstos en el hombre, es decir, la dinámica de la interacción individuo-medio o entorno que le rodea.

Hablamos de aspectos directamente relacionados con el bienestar y la calidad de vida del ser humano.

Esta línea recibe ahora un empuje proporcionado por el auge que hoy en día experimenta el campo de la neurociencia y su interrelación con otras disciplinas.

Indagando en conceptos de neurociencia se accede a comprender mejor la neuro-educación y el alcance de la neuroarquitectura.

Se pretende que en el entorno de enseñanza-aprendizaje, la arquitectura escolar ejerza como sujeto agente que provoque percepciones agradables en el ser humano que motiven y estimulen sus múltiples inteligencias.

En la moderna arquitectura escolar, impregnada de neuroarquitectura, nos aleja de la imagen de centro escolar “carcelario”.

Los pasillos dejan de ser solo zonas de circulación, si no que se convierten en áreas de relación y aprendizaje informal con el uso de materiales cálidos como madera o textiles.

La neuro-educación evidencia la necesidad de construcciones más afectivas, sobretodo reflexionando sobre conceptos que demuestran una mejoría en el rendimiento mental.

Entornos y desarrollo durante la niñez:

Hay numerosos manuales sobre el diseño de espacios educativos que proponen acciones para rediseñar las escuelas
con el objetivo de centrar el aprendizaje en el alumno.

Por ejemplo, una investigación liderada por Peter Barrett en la Universidad de Salford aporta datos concretos sobre el
impacto que el entorno tiene en el proceso de aprendizaje.

Clever Classrooms. HEAD Project. Universidad de Salford:

Es fácil sobre-estimular a los alumnos con colores vibrantes y muchas decoraciones, pero una caja blanca tampoco es
la solución.

Este estudio da a conocer la importancia de realizar cambios y mejoras en el centro educativo teniendo
en cuenta los impactos que tienen en el aprendizaje.

En este estudio se analizaron 27 escuelas de educación primaria en 3 localidades diferentes dentro de Inglaterra
(Blackpool, London Borough of Ealing y Hampshire).

Los edificios eran diferentes entre ellos con construcciones que abarcaban desde 1900 hasta el año 2000.

Se hizo el seguimiento de 3766 alumnos en las materias de matemáticas, lectura y escritura, distribuidos en un total de 153 aulas. Para lo que se realizaron cuatro análisis paralelos:

  • Se tomaron medidas de los espacios, así como de su distribución, mediante dibujo y fotografía.
  • Análisis de la posibilidad de control, tanto de las variables tangibles como las intangibles.
  • Acceso al control de calefacción y la complejidad visual del espacio y qué posibilidades de organización tenía la clase.
  • Control de las constantes atmosféricas interiores.
  • Temperatura, luz, humedad, cantidad de CO2 y acústica.
  • Se emitió un cuestionario a los profesores para conocer su experiencia en el aula durante todo el año, así

como la evolución de los alumnos.

La investigación publicada concluye con dos puntos:

  1. Se obtiene, por primera vez, evidencia científica del impacto del entorno del aula en los resultados
    académicos de los alumnos. Se detecta una mejora media del 16% en el progreso anual.
  2. Se proponen tres principios para el diseño que engloban un total de 7 parámetros basados en los factores de
    impacto analizados:
    • La naturalidad (49%): Luz solar, temperatura y calidad del aire
    • El individualismo (28%): Flexibilidad y pertenencia.
    • La estimulación (13%): Complejidad y color

¿Qué parámetros podemos considerar? Aportaciones de la neuroarquitectura, biofilia y ciencias del comportamiento:

Según John Eberhard (2012), cofundador de la ANFA (Academy of Neuroscience for Architecture) los principios neurocientíficos, biofilia y piscología ambiental ayudan a los equipos de pedagogos y arquitectos a crear experiencias y vivencias de aprendizaje más ricas, donde los espacios, sus componentes y el medio físico juegan un papel relevante.

Los avances recientes de la neurociencia nos están ayudando a entender: cómo percibimos el mundo que nos rodea,
cómo nos orientamos y navegamos en el espacio.

También nos ayuda a comprender cómo el entorno físico puede influir en nuestra capacidad cognitiva, la habilidad de resolver problemas y nuestro estado de ánimo.

Estudios como el de Cheryan, Ziegler, Plaut, y Meltzoff (2014) identifican dos elementos significativos: las condiciones de iluminación, ruido, calidad del aire y calefacción deficientes pueden socavar el aprendizaje en un aula.

Los objetos simbólicos y decoraciones en las aulas ayudan a reforzar su sentido de pertenencia y por tanto de bienestar.

Otros estudios como los trabajos de Marchanda, Nardia, Reynoldsb, Pamoukovb (2014) demuestran que las condiciones
acústicas y de temperaturas fuera de los límites del confort, afectan negativamente el desarrollo de los aprendizajes.

«Los profesionales de la arquitectura podrían minimizar los efectos fisiológicos, cognitivos y emocionales negativos si son capaces de entender los principios de la neurociencia relacionados con la percepción y la orientación espacial».

John Eberhard (2009), Según John Eberhard (2012), cofundador de la Academy of Neuroscience for Architecture

Categorizamos 4 elementos esenciales que la neuroarquitectura propone como de mayor relevancia a la hora de crear entornos de aprendizaje:

  1. La Iluminación
  2. El sentido emocional del entorno,
  3. Las proporciones del espacio,
  4. La ubicación y la relación con el exterior
La luz del sol ayuda los seres humanos a cubrir necesidades físicas y mentales.

1. La iluminación:

Kenneth Tanner (2014) dirigió en 1992 un estudio con escolares suecos sobre el impacto de la intensidad de la luz en las aulas.

Según este estudio los alumnos ubicados en aulas con baja intensidad de luz presentaban alteraciones en los niveles de cortisol, una hormona regulada por los ritmos circadianos del organismo.

Los niños que no dormían suficientes horas y desarrollaban su actividad escolar en aulas con iluminación deficiente sufrían descompensaciones que se asemejan a los efectos del jet lag.

Esto explicaba los problemas de aprendizaje que presentaban algunos niños en aulas con malas condiciones de iluminación o donde se usaban pizarras digitales de forma intensiva.

Tanner (2008) concluye en un estudio posterior que una buena iluminación diurna en las aulas a lo largo del año puede mejorar los resultados académicos de los alumnos: un 20% en matemáticas y un 26% en las habilidades lectoras.

Sternberg y Wilson (2006) afirman que la iluminación de los entornos educativos es crítica porque inspira seguridad; los
usuarios experimentan sensaciones de ansiedad y estrés, cuando esta es deficiente.

2. El sentido emocional del entorno:

Según los neurocientíficos Sternberg y Wilson (2006), los usuarios pueden crear vínculos emocionales positivos o
negativos con los entornos arquitectónicos.

Esto, a través del sentido de pertenencia que permite conocer la diferencia entre espacio y lugar a través de las reacciones del cerebro.

Un lugar es un entorno que ofrece al usuario libertad de interacción y movimiento, genera reacciones positivas en el cerebro.

Un espacio es un entorno que limita la interacción y el movimiento del usuario, genera reacciones de estrés y ansiedad de diferentes intensidades.

Añaden que los espacios que facilitan los recuerdos consolidan las reacciones positivas del cerebro y refuerzan el sentido de la pertenencia.

Estos conceptos coinciden con el estudio de Cheryan, Ziegler, Plaut y Meltzoff (2014).

El sentido de pertenencia beneficia a todos los ocupantes del lugar facilitando la interacción y colaboración con otros ocupantes.

Por otra parte, según Fiske (1995) y la organización de los espacios en un entorno educativo tiene un profundo efecto en el aprendizaje.

Los estudiantes se sienten más conectados a un edificio que se anticipa a sus necesidades y les respeta como individuos.

Herbert (1998) añade que si la escuela, se diseña según las necesidades de los alumnos, ellos lo perciben y, como consecuencia, muestran un comportamiento respetuoso, altruista y el deseo de implicarse.

A través del sentido de pertenencia el usuario conoce la diferencia entre espacio y lugar a través de las reacciones del cerebro.

3. Las proporciones del espacio:

Las proporciones del entorno de aprendizaje también influyen, según comentan Joan Meyers-Levy y Zhu (2009) después de trabajar con 2 grupos independientes de alumnos.

Ellos descubrieron que los techos altos animan a los niños a pensar con mayor libertad y ayudan a formular relaciones abstractas.

Los techos más bajos producen sensaciones de confinamiento conduciendo al usuario a un pensamiento minucioso y estadístico.

Kenneth Tanner (2014) se basa en este principio para proponer pautas para el diseño de los espacios educativos.

Él recomienda techos altos para las zonas comunes o recepción y techos bajos para las zonas donde se desarrollan actividades que exigen reflexión; desaconseja usar la misma altura de techo en todos los espacios de un centro educativo.

4. La ubicación y la relación con el exterior:

Los psicólogos Rachel y Stephen Kaplan (1989) formularon en los años 80´s la teoría de “la restauración de la atención”.

La teoría habla sobre la sobrecarga de estímulos del medio urbano que afectan nuestra atención y provoca un sobre-esfuerzo y fatiga mental en nosotros.

Por otro lado los entornos naturales ejercen una labor restauradora al concentrar al mínimo los estímulos, reduciendo la carga de atención y aumentando nuestra agudeza mental.

La biofilia apoya esta teoría junto con otros estudios científicos hechos por equipos de psicólogos ambientales, entre los que destacan:

  • La inmersión en los entornos naturales rebaja el nivel de estrés porque ayuda a reducir la interleucina-6 (Stellar, John Henderson, Neha Anderson, Gordon, McNeil y Keltner, 2015).
  • Los recuerdos positivos de un paisaje que nos produjo un estado de relajación extraordinaria mejoran la actitud y potencian el carácter altruista de las personas (Zhang, Piff, Iyer, Koleva y Keltner, 2014).
  • Contemplar un paisaje natural real o en fotografía durante 40 segundos ayuda el cerebro a recuperarse y mantener un estado de concentración óptimo (Lee, Williams, Sargent, Williams y Johnson, 2015).

Relaciones:

Desviar la vista hacia el exterior a través de la ventana es considerado tradicionalmente como distracción.

Pero Kenneth Tanner (2014), afirma que la neurociencia tiene una interpretación positiva de esta reacción
involuntaria del cerebro.

Cambiar de la distancia focal durante unos instantes observando objetos naturales situados a una distancia de
15 metros, relaja la vista y ayuda al cerebro a recuperar su capacidad de concentración.

Otros investigadores están estudiando el impacto del entorno exterior, como el caso del patio de juegos, sobre el rendimiento
escolar (Schutte, Torquati y Beattie, 2015).

La interacción del conjunto, de la persona y todos sus sentidos, se está demostrando cada vez más eficaz para el aprendizaje (Kelz, Evans y Röderer, 2015).

Los diseñadores de entornos escolares empiezan a entender que la incorporación de la naturaleza enriquece las tres dimensiones: física, cultural y emocional en las comunidades educativas (Keniger, Gaston, Irvine y Fuller, 2013) (Wells, 2014).

Los techos altos animan a los niños a pensar con mayor libertad y ayud

Caso de estudio y transferencia de experiencia:

Stephen Heppell, participó activamente en el asesoramiento y desarrollo de una experiencia de investigación acción participativa que se denominó: “Crear el entorno de aprendizaje del siglo XXI”.

Estudiantes del instituto Lampton al este de Londres, participaron en un concurso en el cual equipos de alumnos de los centros del Reino Unido tenían que elaborar propuestas para este fin.

Imágenes del interior del aula del colegio Lampton

El equipo del instituto Lampton fue el ganador, al proponer un diseño basado en actividades de aprendizaje, mientras el resto de los equipos plantearon soluciones fantasiosas, irrealizables.

Los alumnos tomaron en serio el reto de crear un espacio para el aprendizaje desde su perspectiva, no desde la del docente.

Y, cuando sus mentores les exigieron respuestas coherentes, los alumnos se esforzaron para encontrar respuestas auténticas.

Algunas de sus conclusiones fueron:

  1. El espacio destaca por su sencillez, con diferentes elementos simbólicos como la prohibición del uso del calzado.
  2. El equipo propuso crear diferentes zonas para actividades: trabajo individual, actividades colaborativas de diferente tamaño, zona de presentaciones y de relajación con el equipamiento adecuado.
  3. Algunos componentes del mobiliario se adquirieron de fabricantes especializados, otro se construyó por encargo y el resto se adquirió de grandes almacenes.
  4. Cada zona dispone de los medios tecnológicos necesarios para las actividades, apostaron por las tecnologías ubicuas para poder aprovechar los recursos en diferentes momentos y actividades.
  5. Todas las superficies son interactivas, los usuarios pueden escribir sobre cualquiera de ellas, algunas con tecnología táctil.
  6. Los alumnos participaron en el montaje, salvo algunas reparaciones que requirieron la intervención profesionales cualificados.

Existen numerosas evidencias que muestran la relación entre las características físicas del entorno y cómo realizamos actividades de la vida cotidiana.

Se ha demostrado cómo estas características tienen un impacto en el desarrollo tanto biológico como intelectual, y cómo pueden ser moduladas con un abanico de parámetros diferentes a los que la arquitectura tradicional propone.

Los cambios pequeños pueden tener un gran impacto en la calidad del desarrollo del niño, esto durante su maduración hasta a ser un adulto como en el transcurso de su vida académica y laboral.

Hay una notable escasez de trabajos experimentales que concreten los impactos neuronales del entorno construido y su relación con el comportamiento humano.

El creciente interés por la neuroarquitectura, abre vías de investigación que se han consolidado para avanzar en el campo.

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